Todos los reyes,excepto Rómulo por ser el fundador, fueron elegidos por la gente de Roma para gobernar de forma vitalicia.Aunque no hay referencias sobre la línea hereditaria de los primeros cuatro reyes, a partir del quinto rey, Tarquinio el Prisco, la línea de sucesión fluía a través de las mujeres de la realeza.En consecuencia, los historiadores antiguos afirman que el rey era elegido por sus virtudes y no por su descendencia.
Los historiadores clásicos de Roma hacen difícil la determinación de los poderes del rey, ya que refieren que el monarca posee los mismos poderes de los cónsules. Algunos escritores modernos creen que el poder supremo de Roma residía en las manos del pueblo, y el rey sólo era la cabeza ejecutiva del Senado romano El rey era por tanto reconocido por el pueblo como la cabeza de la religión nacional, el jefe ejecutivo religioso y el mediador ante los dioses, por lo cual era reverenciado con temor religioso. Tenía el poder de controlar el calendario romano, dirigir las ceremonias y designar a los cargos religiosos menores.
Una vez que el rey fallecía, el Senado podía congregar un interrex durante un corto período de tiempo. Cuando el interrex designaba a un candidato para ostentar la diadema real, presentaba al mismo ante el Senado, el cual examinaba al candidato y, si aprobaba su candidatura, el interregno debía congregar a la Asamblea curiada y servir como su presidente durante la elección del rey.
Una vez propuesto a la Asamblea curiada, el pueblo romano podía aceptar o rechazar al candidato. Si aceptaba, el rey electo aún no podía asumir el trono de forma inmediata, sino que debían sucederse otros dos pasos más antes de ser investido con la autoridad y el poder reales. En primer lugar, debía obtener la aquiescencia divina, siendo convocados los dioses mediante los auspicios, ya que el rey había de ser el sumo sacerdote de Roma. Esta ceremonia era dirigida por un augur, quien conducía al rey electo hasta la ciudadela, donde el augur sentaba al rey en un sitial de piedra, mientras el pueblo esperaba a sus pies. Si era encontrado digno para el reinado, el augur anunciaba que los dioses habían mostrado señales favorables, confirmando de esta forma el carácter sagrado del rey.
El segundo paso que debía llevarse a cabo era la concesión del imperium al nuevo rey. El anterior voto de la Asamblea curiada sólo había determinado quién podía ser rey, y no era válido para otorgar los poderes precisos del rey sobre el candidato electo. Por tanto, el mismo rey proponía a la Asamblea curiada una ley por la cual obtenía el imperium, que era concedido al monarca mediante el voto favorable de la misma.
Los personajes fundamentales de esta etapa fueron:
- Rómulo 753 a.C.-716 a.C.
- Numa Pompilio 715 a.C.-674 a.C.
- Tulio Hostilio 673 a.C.-642 a.C.
- Anco Marcio 642 a. C. – 617 a. C.
- Tarquino Prisco 616 a. C. – 579 a. C.
- Servio Tulio 578 a. C. – 535 a. C.
- Tarquinio el Soberbio 535 a. C. – 509 a. C.
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